Huevos de gallinas alimentadas a base de maíz
Trucos de cocina para preparar el huevo como un chef

Trucos de cocina para preparar el huevo como un chef

¿Alguna vez se te ha roto un huevo pochado? ¿Has acabado con una tortilla seca? ¿Te cuesta que el huevo duro quede con la yema perfecta?

Pues quédate, que te traemos una guía con trucos de cocina para cada tipo de elaboración del huevo

El huevo es uno de esos ingredientes que nunca falla. Barato, versátil, nutritivo y presente en miles de recetas tradicionales y modernas. Pero, aunque parezca sencillo, cocinar huevos bien tiene su arte. Aquí no hay trampa ni cartón: la base es siempre usar huevos de calidad, como los de Demillo, de gallinas alimentadas a base de maíz. Y tras esto, paciencia y unos cuantos secretos que marcan la diferencia. ¡Vamos allá con unos cuantos trucos de cocina! 

Huevos cocidos (duros o pasados por agua) 

Empezamos con lo más básico, el huevo cocido. Un alimento que deberías comer más a menudo por los motivos que te contamos en este post. Pero ojo, porque cocer un huevo tiene más ciencia de la que parece y los tiempos son fundamentales para conseguir el resultado que quieras. Así que aquí van algunos trucos de cocina para triunfar:

Usa huevos que no sean del día. Para cocerlos, es mejor que tengan al menos 4-5 días. Se pelan mucho mejor porque la membrana interna del huevo, que se encuentra entre la cáscara y la clara, se adhiere más firmemente a la clara cuando el huevo está recién puesto. 

Agua fría y sal o vinagre. Coloca los huevos en un cazo con agua fría, añade una pizca de sal o un chorrito de vinagre (ayuda a coagular la clara si se rompe la cáscara).

Cuenta el tiempo desde que hierve:

3-4 minutos: huevo pasado por agua, con clara cuajada y yema líquida.

7-8 minutos: yema cremosa, ideal para ramen o ensaladas. 

10 minutos: huevo duro clásico, con yema completamente cocida. 

Baño de agua fría al terminar. Para cortar la cocción y facilitar el pelado. La rápida reducción de temperatura impide que el huevo continúe cocinándose con el calor residual, y la diferencia de temperatura facilita la separación de la cáscara de la clara. 

Rómpelos suavemente por la base (la parte ancha), donde suele haber una burbuja de aire. Es más fácil empezar a pelarlos por ahí. 

Huevos fritos: la prueba de fuego

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Un buen huevo frito con puntilla es puro arte. Aquí van los trucos para bordar los huevos fritos con puntilla (o sin ella).

Sartén pequeña y antiadherente, imprescindible. Esto ayudará a concentrar el calor y a que el huevo se cocine de una forma más uniforme, más rápido y con una textura más consistente.   

Aceite de oliva bien caliente, pero sin que humee. Si quieres puntilla, tiene que chisporrotear al echar el huevo. 

Rompe el huevo en un cuenco, vaso o plato antes de echarlo a la sartén. Con este sencillo truco de cocina evitarás la contaminación por posibles restos de cáscara o bacterias, comprobarás que no hay trozos de cáscara y que la clara y la yema están en buen estado antes de freir.   

Con puntilla: aceite generoso y cuchara o espumadera para bañar la clara hasta que se dore por los bordes (pero sin que llegue a la yema). 

Sin puntilla: menos aceite y temperatura más suave. Incluso puedes tapar la sartén para cuajar la yema con vapor. 

Toque final: una pizca de sal gruesa o escamas al gusto. Si te gusta el picante, unas gotas de aceite de chile le dan un rollo top.

Tortilla francesa: aireada y jugosa

Parece fácil, pero también tiene su misterio si quieres que te quede jugosa. Aquí, menos es más. Estos son los trucos para una tortilla francesa perfecta:

Huevos bien batidos, pero no en exceso. Solo lo justo para que se integren clara y yema. 

Sal al batido, no después. Así se mezcla bien. 

Sartén antiadherente y calor medio-bajo. Fundamental para que no se pegue y no se reseque. 

Un poco de mantequilla o aceite de oliva para engrasar, pero sin pasarse. 

Cuajar ligeramente y enrollar rápido. Si te gusta jugosa (tipo “baveuse”), no la dejes más de 1-2 minutos al fuego.

Truco pro: Puedes aromatizar con cebollino fresco o rallar un pelín de queso dentro. Pero recuerda, la estrella es el huevo.

Tortilla de patatas: el eterno debate

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¿Con cebolla o sin cebolla? ¿Poco hecha o cuajada? Cada cual tiene su estilo, pero estos trucos valen para todas. Aquí van las claves para una tortilla de patatas de escándalo: 

Ingredientes de calidad:  Es una regla básica para cualquier plato, pero en la tortilla de patata es fundamental: buenos huevos, patatas de temporada y aceite de oliva de calidad.  

Las proporciones ideales son 1 huevo por cada 100 g de patata. 

Bate el huevo sin que llegue a espumar. No los batas con mucha fuerza, para que no lleguen a hacer espuma, por eso es mejor que lo hagas con cuchara o tenedor, en lugar de varillas.  

Si eres del #teamcebolla, córtala en brunoise y ponla a pochar muy lentamente en una sartén con aceite y una pizca de sal, hasta que quede transparente y muy tierna, pero sin quemarse.  

Deja reposar la mezcla unos 10 minutos antes de cuajar. 

Sartén pequeña y antiadherente, fuego medio-bajo, y gira con confianza.

Truco pro: Prueba a añadir un chorrito de leche o nata al batido para una tortilla más melosa.

Huevos revueltos: cremosos como en el brunch

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No hay desayuno continental o brunch que se precie sin unos buenos huevos revueltos. El secreto está en el mimo y te dejamos aquí otros trucos de cocina infalibles:

Huevos bien batidos, pero sin espumar. Como en el caso de la tortilla del patata, mejor no uses varillas, para no meter mucho aire al batir.  

Fuego bajo o al baño maría, removiendo sin parar. El fuego suave es crucial para evitar que no se cocinen demasiado rápido y se sequen. Así, las proteínas del huevo se irán desnaturalizando gradualmente, y quedará una textura más suave, cremosa y uniforme.

Mantequilla o AOVE, pero sin excesos. Por ejemplo, para dos huevos, lo recomendable es una cucharada de aceite. Y si usas mantequilla, no dejes que se dore. 

Remueve constantemente con espátula de silicona, del centro hacia fuera. 

Retíralos del fuego cuando aún estén algo líquidos, se terminan de cuajar con el calor residual. 

Añade la sal al final, como con los huevos fritos. Así se consigue una textura mejor.

Huevos escalfados (o poché): pura delicadeza

Perfectos para los desayunos de domingo, para coronar una tostada con aguacate o para dar un toque de sabor extra a tus cremas o platos. Pero prepararlo puede ser una prueba de fuego para cualquier “cocinillas”. Y aunque ya te hemos contado en este post diferentes técnicas para hacer un huevo poché, te contamos aquí cómo escalfar huevos sin volverte loco:

Usa huevos muy frescos, para que la clara no se disperse y el huevo mantenga mejor su forma. A medida que un huevo pierde frescura, la proteína de la clara empieza a cambiar y se suelta un poco.  

Mejor frío.  Si el huevo está recién salido de la nevera, es más fácil que mantenga su forma. A temperatura ambiente, la clara se vuelve más líquida.   

Rompe el huevo en un cuenco, vaso o plato antes de echarlo a la olla, para evitar cáscaras y contaminación de bacterias, y comprobar que está en perfecto estado.  

Agua a punto de hervir, pero sin que haga borbotones, con un chorrito de vinagre. 

Remolino suave con la cuchara antes de añadir el huevo, para que se forme una especie de “cuna” sobre la que dejar caer el huevo. Este remolino recoge la clara, para que no se disperse.   

Cuece 3 minutos exactos. Luego pásalo a agua fría para cortar la cocción. 

Sal al final, como con los huevos fritos y revueltos.

Atajo útil: también puedes usar un film transparente con un poco de aceite, para hacer un huevo flor como este. Haces una bolsita con el huevo dentro, la cierras y la sumerges en agua caliente. O usar nuestro truco del colador, en el que poner el huevo en un colador pequeño y lo metes dentro del agua caliente. 

Como ves, el huevo da mucho juego y puedes preparar un montón de platos, recetas y preparaciones. Ya sea frito, cocido, revuelto, escalfado en tortilla… dominar su cocinado es una habilidad que mejora cualquier cocina. Con estos trucos para preparar huevos en todas sus formas, solo necesitas un poco de práctica y buenos ingredientes —y si son huevos gallegos de gallinas alimentadas a base de maíz, como los de siempre, mejor que mejor. 

Así que la próxima vez que digas “voy a hacerme un huevo”, ya sabes cómo llevarlo al siguiente nivel. Y si te animas, comparte tus resultados con nosotros. ¡Que no te dé miedo romper unos cuantos huevos por el camino! 

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